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Las palabras de una vaca

  • Foto del escritor: Jessica Escobar Velez
    Jessica Escobar Velez
  • 1 oct 2020
  • 2 Min. de lectura

Siendo muy bebé me separaron de mi mamá, recuerdo lo mucho que lloré ese día, tenía mucho miedo, mucho frio, había humanos hablando de dinero y cosas que no comprendía, me metieron en un camión con otras vacas bebés igual que yo, viajamos muchas horas, todo el tiempo de pie sin tomar ni comer nada, unas llorando y otras muy confundidas sin saber que estaba pasando. Llegamos todas a un lugar frio y oscuro era un lugar totalmente alejado de lo natural, demasiado metal para mi gusto a cada una nos ubicaron en unas celdas alrededor de dos metros cuadrados y unas cadenas en el cuello que nos impedían huir de eso feo lugar, cada día nos daban una ración de comida que nos hacía crecer y engordar, a mí alredor solo veía paredes oscuras, cadenas y pasto seco, al principio me incomodaba mucho el olor a eses, el mío y el de mis otras compañeras de celda, pero después de tanto tiempo te tienes que resignar a dormir sobre tus propias eses y comer soportando ese olor, en las noches mientras dormía soñaba como sería mi vida ideal, siendo libre! Correr por donde quiera bebiendo agua limpia de algún rio o laguna, recibir amor y sentir que soy importante para alguien, tristemente cada mañana tenía que despertar. cada cierto tiempo se llevaban las vacas más grandes y nunca las volvíamos a ver, ellas eran reemplazadas por vacas más jóvenes. habían rumores que si crecías lo suficiente te dejaban salir a ver el sol, correr por el campo, sentir el sol sobre la piel, la lluvia… pero solo eran rumores, cuando por fin sales de ese lugar anhelas enormemente regresar a donde estabas; porque cuando sales te das cuenta que para los humanos nuestra vida no vale nada, no les importa nuestro sufrimiento, el dolor de ser brutalmente asesinada para luego ser servida en un plato de comida para humanos, un día antes de ser asesinada por los humanos era mi cumpleaños número tres y pedí un deseo… mi deseo fue no haber nacido como una vaca, sino como un humano para tener una familia, para recibir amor, protección, recibir un nombre en vez de un número que clavaron en mis dos orejas, a mí me hubiera gustado llamarme Sara o María, me hubiera gustado nacer como un humano para comprender por qué nos hacen esto, para comprender el egoísmo que llevan adentro, para saber por qué les importa más el dinero o satisfacer sus antojos a costa del sufrimiento de un ser inocente que no entiende por qué le hacen tanto daño y que cada día desea morir o ser salvado. Aunque pensándolo bien creo que es mejor no ser un humano, no me gustaría ser tan egoísta.


 
 
 

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